domingo, 28 de octubre de 2012


Descifran el misterio del pez que escupe chorros de agua

Pez arquero lanzando un chorro de agua con su boca para derribar un insecto
El pez arquero puede lanzar chorros de agua para derribar presas que están hasta a dos metros de distancia.
Científicos en Italia aseguran haber resuelto el misterio del pez arquero, que lanza potentes chorros de agua desde su boca para derribar a sus víctimas.

La potente técnica de esta especie, Toxotes jaculatrix, no es resultado de una compresión de músculos internos, sino de un fenómeno externo: la dinámica de fluidos, según nuevo estudio.Con esa estrategia única, el pez logra la caída de insectos que se encuentran en plantas sobre el agua incluso a dos metros de distancia.
Durante años, diversos investigadores estudiaron al pez arquero, buscando pruebas de órganos internos especializados y adaptados a esta técnica singular de caza.
Pero otros estudios llevaron a descartar esa hipótesis.
En un nuevo estudio, científicos en la Universidad de Milán mostraron que los peces arqueros "modulan" el agua que escupen de forma que aumente la velocidad del chorro durante su trayectoria en el aire.

Precisión

Los investigadores utilizaron cámaras de alta velocidad para resolver el misterio del pez arquero. El lanzamiento de los chorros es similar "a cuando usamos una pistola de agua o apretamos un juguete de goma", señaló Alberto Vailati, uno de los autores del estudio.
Es la precisión con la que el pez dispara el líquido contra sus víctimas lo que le ha dado su nombre a esta especie.
Los chorros son producidos cuando el pez aprieta su lengua contra una ranura en la parte superior de la boca creando un surco similar al cañón de un rifle y luego comprime y cierra sus agallas para expulsar el agua.
El chorro de agua se desplaza por el aire ganando velocidad y se une en una única y gran gota de agua, explicó Vailati. La energía se concentra en la punta del chorro con un impacto máximo cuando choca contra la víctima.
Los chorros de agua son hasta seis veces más fuertes que la potencia muscular del propio pez, tanto que derriban incluso insectos parados firmemente en una planta.

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