Por qué el Tetris es adictivo
A 25 años de su creación, el Tetris se mantiene vigente y es la adicción de muchos en todo el mundo.
¿Por qué? En su columna semanal para la sección "BBCFuture", el investigador brítanico Tom Stafford, profesor de psicología y ciencias cognitivas de la Universidad de Sheffield, nos da su versión sobre por qué los seres humanos no podemos dejar de jugar a este videojuego.
Desde que el Tetris se lanzó en 1986, millones de horas se han perdido jugando a este simple juego. Desde entonces, hemos visto el crecimiento de los juegos de consola y, con ello, la aparición de todo lo que va desde la serie Call of Duty hasta el famoso World of Warcraft .Formas caen del cielo. Lo único que debes hacer es controlar su caída y encajarlas unas con otras. Una simple premisa, pero añade una banda sonora electrónica algo pegadiza –aparentemente basada en una canción folclórica rusa llamada Korobeiniki- y tienes una revolución en el entretenimiento.
Pero juegos de bloques y rompecabezas como Tetris todavía tienen un lugar en nuestros corazones. ¿Por qué son tan irresistibles?
La obsesión por ordenar
El escritor Jeffrey Goldsmith estaba tan obsesionado con el Tetris que escribió un famoso artículo preguntando si el creador del juego, Alexey Pajitnov, había inventado un "farmatrónico", es decir, un videojuego con el poder de una droga adictiva.
Algunas personas dicen que, después de jugarlo por horas, ven bloques caer en sus sueños o edificios que se mueven en las calles, un fenómeno denominado "efecto Tetris". Tal es su poder mental que incluso ha habido sugerencias de que el juego puede prevenir flashbacks en personas con trastorno de estrés postraumático.
Muchos juegos humanos tienen como objetivo el orden. El billar es un buen ejemplo. La primera persona hace un desorden y después los jugadores, por turnos, ponen las bolas dentro de unos huecos, en una secuencia particular.
En el Tetris una computadora provee el escenario: no solo el jugador tiene que ordenar, sino que el ordenador le manda continuamente bloques extra para generar más desorden. Es el ejemplo perfecto de un ejercicio inútil: un juego que no te enseña nada útil, no tiene una meta social o física, pero que paradójicamente nos mantiene interesados.
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